martes, 12 de junio de 2012

Mi opinión - ¡Viva la República! De Jesús de las Heras Jiménez


Existen momentos en los que juzgamos un libro por su portada y por su título. Yo, como muchas otras veces, a primeras me equivoque y a segundas disfruté mucho con la lectura de un libro que a priori contenía esos ingredientes. He de admitir que me resultó bastante corta, no sólo por la extensión de la novela en sí, sino que también por su singular y entretenido contenido. Tardé dos noches en leerlo, y puedo decir que se me quedó una sonrisa dibujada en el semblante, y un buen recuerdo para guardar y compartir.
¡Viva la República! Es una novela de ficción, ya que nos habla de una República que no existe, aunque pudiera haber existido. Su protagonista, El Soldado, esconde más de una sorpresa y es muy… peculiar. En este punto no quiero desvelar situaciones y emociones, ya que sería restarle emoción a la lectura. Resumiendo. Es muy asequible de comprar, es fácil de leer, es entretenida, es original, con toques de ironía y realismo que difícilmente se consiguen, es algo didáctica, y como su autor intenta transmitirnos, es liberadora… o al menos para quién lo sienta así. Si en alguna ocasión tenéis la oportunidad de leerla, ¡no la dejéis escapar! http://sombradearce.es/libros/vivalarepublica.html
Alexander Copperwhite

domingo, 3 de junio de 2012

La larga espera

Con la mirada fría y calculadora, cronometraba los instantes que recorrían su cerebro hasta verse en la situación actual. Las manos le temblaban y a causa de ello, el pegajoso sudor se escapaba por los poros de su piel y le recorría las palmas hasta acariciar sus dedos y, finalmente, gotear hasta el suelo. La impaciencia se le drenaba lentamente por la garganta que se la dejaba seca y áspera, impidiéndole tragar saliva con facilidad. Que peste. –Pensó-. El hedor de sus axilas amedrentaba hasta los insectos que merodeaban por el lugar. El tembleque de sus piernas, constante y ruidoso, rompía la monotonía del momento pero también castigaba su cintura, que es donde soportaba la mayor parte del dolor. No aguanto más. –Musitó-. Apretujó los dientes e intentó recobrar la compostura. Se secó sus humedecidas manos en su albornoz azul y se las pasó por su revuelta cabellera, arreglándose disimuladamente. No puede faltar mucho. –Chirrió entre dientes-. Cualquier instante se convertía en una espera demasiada larga y cualquier movimiento resultaba doloroso. No podía más. El ronroneo del gato no le apaciguaba y el monótono sonido del reloj de cuco no le tranquilizaba, sino más bien lo empeoraba todo. Hasta que cerró los ojos y levantó la cabeza desesperado.
- ¿¡Te falta mucho hija mía!?
-…
- ¡Si tardas mucho me lo haré encima!
Y el estruendo del silencio alimentó su impaciencia. Y la espera frente a la puerta del váter le pareció eterna…
Jajaja
Alexander Copperwhite